
Ayer invite a uno de mis mejores amigos a helado. No es lo mas ligero precisamente, tampoco es que me tipe de helado, tampoco es que lo vea a él todos los días. Realmente me apetecía, aunque me quedaban cinco euros para las pocas horas que quedaban para acabar el mes. He aprendido a lo largo del tiempo que el dinero a veces es tan solo papel o metal que si tienes poco no va a ningún sitio.
Esta mañana, volvía del trabajo y me ha ocurrido aquello de “lo que uno recibe lo que da”. Me encontré con una compañera de trabajo a la que realmente le apetecía invitarme a desayunar
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